''My nightmares are usually about losing you''. Peeta Mellark.

viernes, 27 de diciembre de 2013



Te levantas y ya todo te da igual. No sonríes desde hace mucho tiempo, no sonrisas falsas, de esas has puesto muchísimas este tiempo, sino de esas que hacían que se te iluminaran los ojos. De pronto echas de menos esa felicidad, esa risa tonta, ponerte ñoña, pero has cambiado. Ya no eres feliz, pero no se los harás saber, porque la mejor manera de de evitar que te rompan el corazón, es fingir que no tienes uno. Y dicho y hecho.

Cuando te cae un vaso o un plato al suelo se oye un estrépito. Cuando una ventana se hace añicos, una pata de mesa se quiebra o cuando un cuadro se desprende de la pared se oye un chasquido. Pero en lo que al corazón atañe, cuando éste se rompe lo hace en el más absoluto silencio. Dirías que siendo algo tan importante debería hacer el ruido más fuerte del mundo entero, o incluso emitir algún sonido ceremonioso como la vibrante resonancia de un címbalo o el tañido de una campana. Pero guarda silencio y casi deseas que haga un ruido que te distraiga del dolor. Si hay algún sonido es interno. El corazón grita y sólo lo oyes tú. Es un grito tan fuerte que te zumban los oídos y te duele la cabeza. Se retuerce dentro de tu pecho como un gran tiburón blanco atrapado en el mar; ruge como una osa a la que han arrebatado su osezno. Eso es lo que parece y así es cómo suena, como una enorme bestia que se revuelve presa del pánico en una trampa, rugiendo como si fuese prisionera de sus propias emociones. Pero así es el amor: nadie queda fuera de su alcance. Es tan desaforado como eso, tan vulnerable como una herida en carne viva expuesta al agua salada del mar, pero cuando el corazón se rompe, lo hace en silencio. Sólo gritas por dentro y nadie te oye.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Leer Sinsajo nunca vendrá mal.


No hables de lo que no sabes ni la mitad.

No hables de mí, de mi vida, nadie sabe realmente cómo es. Nadie sabe lo que es no ser suficiente como yo lo soy. Nadie sabe lo que es ser 5 ''hermanos'', los 4 más perfectos que se podrían desear, y tú, luego estás tú. Nunca sonríes, estás tan vacía por dentro, que te has cansado hasta de fingir. Tantas sonrisas irreales que no puedes más. Las comidas familiares son críticas hacia a ti. 'Cambia tus notas, cambia tu cuerpo, estás gorda, estás amargada'. Intentas contener el nudo de tu garganta, pero no puedes. Te acaban de romper en mil pedazos, como siempre hacen. Corres a tu cuarto, y es ahí, donde quieres ver si hay un dolor más fuerte que el que hay en tu pecho. Coges una cuchilla, la miras, y luego a tu muñeca. Es entonces en ese momento que no te importa nada más, sólo quieres verificarlo, necesitas un dolor más fuerte que el de tu corazón roto, así que no te importa si te equivocas y llegas más allá, si te mueres. No importa. Las lágrimas corren por tu mejilla y ves tu sangre brotar de una pequeña brecha. Vuelves a hacerlo. Una, dos, tres, hasta diez brechas en las que sale sangre de tu muñeca. Y no sientes dolor, no sientes nada más que felicidad. Es cierto, hay un dolor más fuerte que el de tu pecho, puedes estar tranquila. Lloras. Terminas de desahogarte. Y guardas la cuchilla. Sabes que habrá una próxima vez. Sabes que lo repetirás. No es sólo eso, ahora los cortes son parte de tu vida. Unos eligen la música, otros a las personas, y tú eliges las cuchillas como anestesia.
Es entonces cuando alguien se da cuenta. Cuando te miran las muñecas y ven esas cicatrices que nunca pensaron ver en ti. ¿Tú mal? ¿Alguna vez? Imposible. Es entonces, cuando se dan cuenta, el miedo que da lo que se puede esconder detrás de una simple sonrisa.